Els Olors se sitúa a los pies de la sierra de Artá, en la carretera entre el pueblo y la ermita de Bellpuig. En el emplazamiento se hallaba la alquería musulmana de Ben Olhatx, de la cual no se conservan restos. La actual construcción, aunque conserva elementos de la época de la conquista catalana, la podemos datar hacia finales del siglo XVIII, siendo conocida anteriormente como Solor. La finca ocupa una superficie de unas 400 hectáreas, siendo descrita por el Archiduque Luís Salvador de Austria, y calificada como una de las posesiones más bellas de Artá, dedicada al cultivo de higueras, almendros y olivos. Actualmente lo que encontramos son unas casas de posesión dispuestas en bloque, que aglutinan el hábitat y una serie de dependencias, algunas anexas, como la almazara i el horno, i otras aisladas como los lavaderos, el estanque, el molino de agua, el portalón y el gallinero. La casa de posesión presenta un volumen exento con cubierta a cuatro aguas y cuatro alturas. El portal de acceso, de arco de medio punto, presenta una escalinata en su parte frontal. A destacar el pequeño jardín cerrado con una pared de piedra y pilares con un enrejado de hierro situado frente a la casa. El resto de edificaciones están ubicadas tanto al costado de la casa como en la parte posterior, organizadas en torno a un pequeño patio. Además, dentro de la finca, encontramos qanat. Conserva una galería de unos 300 metros de largo, por tan solo medio metro de alto, cosa que dificulta el acceso. Se han contabilizado hasta ocho pozos, los cuales se encuentran protegidos por un muro circular de marés que los rodea. El qanat desemboca en un abrevadero y después en un estanque. Este depósito de agua permitía regar los huertos de las inmediaciones e impulsaba las muelas de un antiguo molino de agua de la posesión. Los qanats son conducciones de agua subterránea realizadas entorno el siglo X, durante la ocupación musulmana de la isla. La construcción de estos elementos consiste en la excavación de una mina hasta llegar a un acuífero, desde donde el agua que brota corre por su propio peso mediante un pequeño canal. Todo este conjunto estaba cubierto por una bóveda de cañón hecha con la técnica de la piedra seca, y cada ciertos tramos se levantaba un pozo, que permitía tanto acceder a la mina para su mantenimiento como airearla e iluminarla ligeramente.