Edificios singulares

Si se ha de destacar un edificio emblemático dentro de la cultura mallorquina, el elegido sería la gran finca rural que en Mallorca se conoce como possessió (posesión). Equivale al mas o masia catalanes y al lloc menorquín, y es la denominación que desde el siglo XVI, se impuso sobre los antiguos nombres genéricos de origen árabe, las alquerías y los rafales. Habitualmente, el nombre de las antiguas alquerías fue sustituido por el nombre del propietario precedido de la partícula “son” que deriva de “açò d’en”, denotativo de propiedad. Los propietarios de las posesiones eran llamados senyors (señores), y mayoritariamente formaban parte de la nobleza terrateniente. Históricamente, los señores se apropiaban de la renta de la tierra y controlaban el comercio del trigo y el aceite, los productos básicos de la Mallorca tradicional.

Gastronomia

Los propietarios arrendaban las posesiones a los amos que eran, por tanto, los arrendatarios payeses que explotaban las grandes posesiones. Su posición era privilegiada y solían ser fieles aliados de la nobleza. La esposa del amo era la madona, que tenía importantes tareas organizativas dentro de la posesión.

Los pequeños propietarios payeses, luchaban para sobrevivir con algunas cuarteradas de tierra de su propiedad. Muchas veces, perdían estas parcelas y debían integrarse dentro del grupo de los jornaleros.

Los missatges y los jornaleros eran los payeses no propietarios. Estos últimos trabajaban por temporadas en las posesiones y dependían de un jornal exiguo e inseguro. Los missatges eran los jornaleros estables de la posesión.

La posesión era la pieza clave de la economía de la Part Forana tradicional. Era una auténtica unidad de producción con una gran tendencia al autoabastecimiento. El centro de funcionamiento y hábitat de las posesiones eran las casas, denominadas en plural porque contaban con diversos edificios o bloques estructurales, a veces alrededor de un patio, que acogían las viviendas de los señores y los amos, además de las diferentes estancias productivas como la almazara, la bodega, el molino harinero de sangre, etc., y otras estancias ganaderas, como establos, sesteaderos… También podía contar con capilla.

Las casas de las posesiones se han ido adaptando al paso de los siglos. Diversas motivaciones, como las necesidades defensivas, o la voluntad de los señores de disfrutar de un palacio rural, nos han hecho llegar modelos constructivos diferentes. En Mallorca hay casas de posesión que presentan un cariz completamente fortificado, como Canyamel (Capdepera); otras cuentan con torre de defensa, como Son Marroig (Deià), o Son Fortesa (Manacor). Algunas constituyen auténticos palacios barrocos, como Alfàbia (Bunyola) i La Granja (Esporles), o neoclásicos, como Raixa (Bunyola). Los estilos arquitectónicos de la segunda mitad del siglo XIX o de principios del siglo XX también han marcado profundamente otras posesiones como Sa Torre (Llucmajor, con una impresionante capilla neogótica) o s’Alqueria Blanca Vella (bunyola), con elementos modernistas. Otras son grandes casas de montaña, más austeras, pero de gran volumen como Son Moragues (Valldemossa), o más sencillas como Mossa (Escorca) e, incluso, puede haber adaptaciones singulares como la posesión de montaña denominada Es Cosconar (Escorca), de técnica troglodita.

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